Los
vampiros más importantes y relevantes viajaban de todas partes del mundo, como
invitados de excepción para ser testigos del macabro divertimento del FESTUM.
Los candidatos que debían sobrevivir esa noche eran elegidos por su fortaleza,
belleza, inteligencia o por distintos motivos como el ser hijo de antiguos
supervivientes de la gran noche, como fue el caso de Mara. Acabar con ella, la
primera humana resultado de dos supervivientes libres, añadía un morbo especial
para esos sádicos vampiros, podrían mostrarles a sus padres que aunque ellos
hubiesen escapasen tras sobrevivir al FESTUM, el fruto de su amor moriría en la
carrera, y ellos serían testigo de su muerte, era una manera de recordarles que
ni en Isla Menor se estaba del todo a salvo.
La noche del FESTUM todo se paralizaba para
los vampiros. Los humanos podían presenciar, con suerte, cómo alguno de los
suyos sobrevivía y era liberado. Sin embargo, durante los últimos 5 años no
había sobrevivido nadie. El grupo de los Segadores, los cuatro
vampiros-cazadores más despiadados, vampiros asesinos, implacables guerreros
capitaneados por Caleb, hijo del gran jefe de todos los vampiros, Gornav, había
sido implacable, dejando un balance muy negativo para aquellos pobres
desdichados que soñaban con la libertad; En los últimos años, desde que Caleb
alcanzó la mayoría de edad, ningún humano había sobrevivido hasta las siete de
la madrugada, la hora límite para poder ser libres, cuando el juego se diese por terminado.
Aquel
cruel pasatiempo consistía en dejar que los “festantes”, los participantes del
FESTUM, salieran corriendo con una ventaja de unos minutos para que intentasen
sobrevivir durante toda la noche recorriendo la salvaje jungla llena de
cániros, perros-lobo que habían sido infectados genéticamente con el virus que
propagaba la anomalía genética de los vampiros, una especie de virus de
laboratorio sintetizado a partir de la sangre de los vampiros que, de manera
experimental, había surtido efecto en aquellos pobres animales, criados y
matados a hambre para ser liberados durante la noche del FESTUM, la mitad de
los humanos morían en las fauces de aquellas bestias sobrenaturales… Las
traicioneras playas desiertas, los peligrosos ríos de la isla, o el mar
infestado de tiburones blancos, eran la otra alternativa al suicidio, algunos
de los festantes preferían quitarse la vida arrojándose por los acantilados
antes que morir descuartizados por las fieras y los peligros ocultos de la
isla. Una extensa lista de peligros naturales a los que se sumaban los más
expertos vampiros cazadores que iban eliminando uno a uno a todos los posibles
supervivientes con ayuda de trampas, sus híper-desarrollados sentidos,
habilidades especiales y todo tipo de artilugios o medios tecnológicos. La
treintena de humanos solo provistos de unas zapatillas de deporte y un objeto
de su elección, en clara desventaja, solía desaparecer antes de que el sol
saliese y pudiese reconocérseles como vencedores del FESTUM.
Les aseguraron que si querían volver a verla, debería superar el FESTUM. Así que, sin avisarlo, una noche se presentaron en su casa y dijeron que venían a por ella, la sustrajeron del lado de sus enfurecidos padres, y aunque ambos se ofrecieron a ir en su lugar, los vampiros los ignoraron, riéndose en sus propias caras. Era evidente que querían destrozarles la vida, en cierto modo deseaban aniquilar la libertad que se habían ganado, hacerles sentir que volvían a ser nada.
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