"...Trató de levantarse para advertirme, no hubo terminado la frase
cuando mis labios chocaron con los suyos y volví a experimentar la inexplicable
sensación de tocar el néctar prohibido de los dioses. Los labios de Sasha se
entreabrieron para dejarme pasar. Solo sabe lo que es besar aquel que besa
apasionadamente a su amor verdadero, como nosotros hicimos allí, después de
tantos años. El frenesí y la excitación se apoderaron de mí, enseguida noté que
la erección de mi entrepierna iba a reventar los ajustados pantalones del
traje. Deseaba tomarla, hacerla mía allí mismo, en aquel refugio en medio de
toda aquella fiesta, aislados pero rodeados de cientos de vampiros y humanos
que reprobarían nuestro comportamiento. Pero qué significaba aquel pudor o
aquella adrenalina extra a ser descubiertos comparada con la necesidad de
borrar las caricias de otros y reafirmarnos en las nuestras, constatando que
nuestros cuerpos solo nos pertenecían el uno al otro y a nadie más..." Capítulo 8, Fuego de Sangre, Enemigos Oscuros 2.
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