Thursday, 16 July 2015

FESTUM Capítulo 1 (Parte 4)



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Los humanos que habían sobrevivido al exterminio y que eran usados para fines alimenticios, se encontraban afinados en una gran isla perdida en el pacífico, llamada Isla Muerte. Allí eran tratados como comida, ganado dispuesto para el matadero, se los trasportaba en estrechas jaulas, medio drogados, y no importaba el estado mental de sus cerebros, solo les interesaba su sangre…

Los vampiros se divertían haciéndoles sufrir, tratándonos como simples trozos de carne, comida o mascotas a las que maltratar en un modo parecido en el que los humanos habían tratado a los pollos, cerdos, vacas y demás animales de los que se habían alimentado en el pasado. Les gustaba recordárselo: solo eran alimentos, los trataban de ese modo para que se despojasen de cualquier resquicio de humanidad que les pudiese permitir volver a pensar de manera autónoma y consiguiesen sublevarse, no obstante, de vez en cuando, los vampiros debían frenar algún levantamiento de algún grupo de humanos que no tenían nada que hacer contra esas colosales máquinas depredadoras, capaces de partir a un hombre en dos pedazos con la fuerza de sus brazos


Desde muy jóvenes, sabían que podían llevar a cabo dos tipos diferentes de ocupaciones en aquellas grandes despensas de humanos:

Al cumplir la mayoría de edad, el año que más temían desde la guardería hasta la escuela, bien podían ser destinados a proporcionar alimento a los vampiros encerrados durante unas pocas semanas en alguna de esas horripilantes “ordeñadoras”, lo cual significaba que pasar el resto de tu vida, a lo sumo 21 días, desangrándote y alimentándote en una de esas sillas de tortura destinadas a obtener hasta la última gota de tu sangre. Al principio, los cuerpos resistían, no obstante, tras una semana perdiendo y recuperando litros y litros de sangre, el organismo no aguantaba y moría poco a poco tras dolorosas convulsiones y espasmos. Pero esa forma de proporcionar alimento no era mucho mejor que ser transportados en vehículos hasta las “ferias de muestreo” en las que el mejor postor, podía hacerse con un cuerpo para hacer con él lo que quisiese: servirlo a sus invitados en una fiesta, abusar sexualmente de él hasta que suplicaba la muerte; o en el mejor de los casos, alguno de aquellos retorcidos vampiros podrían encapricharse del humano y fantasear con transformarlo en uno de ellos, aunque no estaba bien visto debido a la superpoblación vampírica del planeta, necesitaban más y más humanos de los que alimentarse, pero sobraban vampiros. Sin embargo, los vampiros no eran unos seres que fuesen capaces de cernirse a restricciones... Estaban acostumbrados a poder poseerlo todo, y de manera rápida. 


Debido a esta impaciencia vampírica que se mostraba de manera natural en todos ellos, en las épocas de mayor “sequía” de humanos, los dirigentes de los vampiros suministraban una sustancia que se mezclaba con algo de sangre que se nos extraía, y era suministrada para combatir ese “mono” de sangre que también tenía otra finalidad: anulaba el virus que contagiaba, por así decirlo, la enfermedad del vampiro a cualquier humano, impidiendo así que los humanos subastados y comprados desapareciesen de la faz de la tierra bajo un apetito voraz e incontrolable. De esta forma se ayudaba a controlar la población de vampiros que había aumentado sin control en los últimos años.

La otra ocupación era igual de denigrante y mortal: Parir y criar nuevos bebés humanos que les sirviesen para alimentarse…

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